lunes, 15 de septiembre de 2008

Volvió a abrir la boca. Esta vez después de haber expuesto el contenido cifrado de su alma a un confesor que pintó bien desde el primer momento. Sus palabras desafiaron la gravedad escalando por su garganta, hasta rozar sus labios y disiparse en el aire. Era quizá lo más inteligente que había pronunciado en mucho tiempo. - Pero es que no sé vivir- dijo, y así lo oyó su confesor.

1 Comment:

Anónimo said...

Mi respuesta, en tu correo.

Estrellas que regalan su tiempo al Infinito