miércoles, 7 de enero de 2009

Rellenando su bidón


Se retuercen sus arterias sólo de pensarle. Insuficiente es el aire que a bocanadas trata de hacer preso para sobrevivir. Él está ahí, robándole vida y sentimiento; besos que tarde o temprano se anclarán en un metro cuadrado, y como equilibristas, harán una torre infinita y roja.

Veinticuatro horas: una eternidad. Trescientas sesenta y cinco eternidades al año. Una eternidad de años por delante. Ella se encargó de atrapar el azúcar que caía de la sombra de Él, hasta el punto de llegar a poder endulzar los infinitos tragos amargos que puedan sucederse por el camino, y está feliz. La llenazón vuelve a casa después de mucho tiempo vagando por las calles inciertas del extrarradio de su pequeña inmensidad interior.

Ella tensa sus labios y muestra al mundo sus dientes irregulares sin complejo. Es la estampa sincera que nunca había osado a asomarse pisando tan fuerte como esta vez, por ese huequecillo que existe en cada uno de los corazones bombeantes del universo. Pero es Él que, supetidado a su enorme alma, yace junto a Ella, pellizcando con edulcorantes sus profusos mofletes hacia las estrellas.

Y cuando ya ha vivido y sonreído durante veintitrés horas y cincuenta y nueve minutos, Ella y las bagatelas que la conforman se deslizan sin pausa hacia las otras 24, que esperan pacientes a quien que les dé forma. Así, cada día es una obra de arte, realizada para recordar aquella que fue el día anterior.

Ella y Él siguen de la mano. Saltando sobre corcheas y letras sin miedo al vacío, y con un único destino: el infinito.

2 Comments:

Óscar Sejas said...

Pues quizás lo alcancen antes de lo que creen.

El infinito es quizás no sentir mieddo ante lo que pueda venir. Cuando dos están unidos es siempre más fácil.

Un abrazo.

Anónimo said...

Me incorporo gustoso a la lectura de estos grandes textos. Fue, es, y será siempre un placer leerte y me alegro de saber dónde poder seguir haciéndolo, por lo que soy yo, y no tú, quien debe dar las gracias.

Un abrazo muy fuerte.

Javi.

Estrellas que regalan su tiempo al Infinito