domingo, 22 de marzo de 2009

Peldaños de ascenso infinito


Las paredes respiraban, mientras dejaban escapar el sonido del fluir de la sangre por sus venas. Fue cuando Ella se sintió como se sienten las obras de arte. Percibía un oleaje de blancos que se asían a su piel, acompañados de entes de ébano y alas batientes en armonía. Éstos se agrupaban de cinco en cinco sobre el terreno, que cada vez más iba tomando el color de la Luna.
Pájaros de cántico galano.

Ella acogía en sus cielos cabellos lánguidos del color de las tierras puras de vida. En ese instante ésos mismos fueron sometidos al caminar del viento, que transcurría en dirección contraria al trote acompasado de un corcel. Se tornaron invictos como las crines melódicas del cuadrúpedo.
Cuerdas de alarido sereno.

La penumbra hacía cosquillas sobre sus pies, que sonreían sin parar mientras besaban la tierra en la que Él también pisaba.
Besos de quereres bitonales.

Los poros de Ella se alineaban lentamente, dando lugar a un pentagrama que, con afecto, daba cobijo a pequeñas crisálidas de tacto y sentidos. A un paso de la primavera, se abrían dichas maravillas para dejar escapar dos mariposas delicadas y primorosas. Éstas se proyectaron fugazmente hacia el lucero cuyo fulgor las había embelesado en las tardes de juegos de Venus.
Sol de brillo prolijo.

2 Comments:

Juan Fernández said...

Cada vez escribes mejor, nunca dejes de hacerlo.

Me encantas :)

Esperanza Galera said...

Madre mía, ¡pero qué pasada! En la vida podría yo escribir así y eso que escribo relatos y cosillas desde siempre... pero nunca así jaja los hay que tienen talento!

Estrellas que regalan su tiempo al Infinito