domingo, 21 de marzo de 2010

De lo que hay y lo necesario


Le haría una casita en sus costillas, en su pelo o en sus biomoléculas orgánicas.
Ella anda en busca de empresas infinitas junto al músico, como respirar un aire desgastado en una habitación que huele a sexo y a vida cotidiana, o acariciar cualquier minino que se ofrezca para ser querido y besuqueado hasta la saciedad.
Sería genial salir de los cajones donde están metidos, balancearse y engancharse, uno por uno, a los tiradores que los lleven a su papelera de oficina particular. Como los papeles, se ensuciarían y se reciclarían y se mezclarían entre sí.
No necesitan facturarse el futuro. Ya saben compartir la grasa del pelo. Ya se han quitado los granos y blasfemado en el transcurso de los hechos. Se han encontrado en el núcleo de la tierra cuando tan solo bastaba con que uno desease que ésta se lo tragara. Y hasta se han encontrado en Argüelles, cuando en Moncloa se miraban maldiciendo la torpeza mental a través de un cristal que huele a túneles.
Hacen falta muy pocos metros cuadrados del suelo del mundo para que sigan versionando canciones con barbaridades que si bien hacen gracia, les hacen recordar quiénes fueron y que van a la misma cama, a saborear todos los movimientos terrestres de los próximos infinitos años.

Estrellas que regalan su tiempo al Infinito