lunes, 25 de mayo de 2009

Rosas enardecidas



El momento fue como son las narices de payaso. Ella, como una cobra, empezaba a vender su piel al medio. Mientras, Él recogía ésta del suelo haciendo del colchón una vía de cuero, deslizante de sudor y aire sin dueño. Las ventanas ya no herraban el decoro en sus huellas dactilares. Éstas soportaban sin plañido la belicosidad de los dedos que las poseían, pues las hacían estrellarse contra carne ajena, roja y embriagada de minutos de contención.
Ella comenzaba a regalar sus complejos a la almohada; a desleírse en la sangre del somier. La galaxia se limitó a ser unos párpados que brillaban a la sombra del fulgor del vello, y se retorcían impacientes en nombre del libertinaje.
Eclipses. Eclipses de blancos y negros. Eclipses de existencias.
Las neuronas sollozaban, escupían clamores de lasitud; sensaciones oportunistas se habían convertido en su única ocupación. Entre tanto, las venas, proyectándose a mil kilómetros por hora, comenzaban su singladura, disfrazadas de rosas que nada temen; de rosas enardecidas.
Él ya ignoraba la palabra pausa, y borraba ágilmente los parapetos de sus caderas, escrutando un espiral infinito teñido de complicidad. Cuando quisieron otear el vórtice al que viajaban fugazmente se percataron de que las paredes y los ojos se habían vuelto incongruentes, dejando la cordura en manos de piernas; en manos de piernas que habían perdido el habla... y la decencia.

7 Comments:

Óscar Sejas said...

¿Acaso esas piernas tuvieron decencia alguna vez?

Sucede a veces, sobre todo cuando dos cuerpos se entregan a la pasión, que la decencia pasa a ser una palabra perdida en el diccionario, porque en esos momentos sólo sirve una cosa: entregarse.

Ojalá esas rosas vayan sin espinas.

Un abrazo.

Luna Roi said...

Pudor, las rosas es que no tienen pudor. Espinas, el laberinto de pétalos que se abren y, geográficamente en su centro, el artificio del placer.

Hermoso texto.

besos

Unknown said...

Es la misma sensación de dejarse llevar en una montaña rusa, cuando, después de subir lentamente por una rampa bastante empinada, mientras miras a los lados y ves que el suelo se aleja, de repente, comienza una vertiginosa bajada, fulgurante y veloz, donde todo ya está ocurriendo y no hay vuelta atrás.

El sexo es como un parque de atracciones, donde dsfrutas al máximo en cada atracción. El amor, es lo que queda después de salir del parque de atracciones...

Genialidad pura, la tuya...

Besos!

Esperanza Galera said...

No sé cómo decirte que me gusta tu arte sin quedar vulgar después de los demás comentarios... Así que ya que no tengo esas dotes literarias, usaré toda mi sinceridad para decirte que tienes un don precioso con el que podrás tocar corazones allá dónde te lo propongas. Aunque si algún día dejas de compartirlo con el mundo, ¿para algo estudias medicina, no? Jajajaja En serio, eres toda una artista; ya llevo unos meses leyendo todo lo que escribes pero hoy me he suscrito para no tener que pedirle a Él más veces la dirección.
Besos!

ROSA ALIAGA said...

Ella comenzaba a regalar sus complejos a la almohada; me encanta esa frase

Jose Zúñiga said...

Me gusta esto. Te lo digo como lo siento.

Gabriel Umaña said...

Palabras cargadas de imágenes multicolores, que reavivan los sentidos. Muy bueno aquello de los complejos de almohada y los eclipses de existencias.
Fue bueno leerte.
Un abrazo.

Estrellas que regalan su tiempo al Infinito