sábado, 31 de enero de 2009


Uno, dos, y hasta tres mundos cayeron encima de Ella. Suerte que, tras ser arrollada, cayó justo dentro del saco de Él. Éste lo ató con un lazo de color y se lo llevó a la espalda en busca de un tic-tac más acogedor.

lunes, 26 de enero de 2009

Niña tortuga

Cuando por fin Ella creía haberse comprometido eternamente con la indiferencia de puertas para dentro, descubrió que sus manos de nuevo empezaban a temblar, cual canica que cae desde las inmediaciones del Sol hasta la misma tierra que nos sostiene.

La ansiedad y el agobio se habían acomodado de nuevo en cada rincón de su piel, y a pesar de ello, Ella tiraba de sí misma como podía mientras seguía guardándole fidelidad a su destino. Pero había algo que, aun habiendo resisido en Ella los últimos meses sin suponer un suplicio, empezaba a pesar. Era esa misma indiferencia con la que compartía más de un rato de conversación; un ciento de segundos y momentos vividos en ellos. En unos minutos había caído sobre sus impotentes pies, como si fuera de plomo, impidiéndole andar y permitiéndole sólo hacer trepar por su garganta clamores procedentes de ciertos estallidos internos.

Todo lo que Ella decidió meter en sobres y almacenar en un cajón de madera de ébano por evitar derribos entre sus cuatro paredes, parecía haber cobrado vida y haberse escapado de éste, mientras Ella, cegada, miraba a la realidad con mejores ojos que en otros tiempos. Aquello volvió a su vida en forma de las oscuras golondrinas que Ella tanto había podido apreciar, desde el día en que se le otorgó el privilegio de poder interaccionar con el aire circundante.

Ahora, sólo queda una coraza. Una coraza que, buena o mala, siempre había sido óptima para Ella, y para guarecer sus sentimientos de mercurio de continuas granizadas verbales y emocionales.

domingo, 25 de enero de 2009

Cerrado por derribo

Clavados en la realidad, los pedazos de su alma de cristal.

jueves, 22 de enero de 2009

Dos polos hoy

Una grapa clavada en la planta del pie; un corazón garrapiñado; un traspiés de recuerdos inquietos. Ella: bipolar y congelada, abrochando botones incesantes, que aprovechan de manera pertinaz para escapar de sus ojales. Pero en silencio; su silencio; el que aparece con su asedio.


Ella funciona fuera de casa, mas cuando entra por la puerta, le llueven mil paredes. Hoy la mente, más demente que nunca, y en un momento demencial, se imantó al rondarle una pesadilla del pasado. Andaba, y agitaba la cabeza, negando y corriendo a la contra. Finalmente, sentada, empezó a esconderse bajo mil escusas no más pesadas que efímeras. Sus dedos paseantes, se abrigaban para otro garbeo por los botones del teléfono, mientras Ella empezaba a notar el quebranto de su parte en el actual idilio.


Imagen de: coool-pics.blogspot.com

sábado, 17 de enero de 2009


Callada estaba Ella mientras leía las palabras de su alrededor. Parecía como si aquella bestia, que nunca estuvo muy cerca suyo, se hubiese metido debajo de su piel y anduviese representando barbaries y espanto bajo relieve.


Al introducirse en la cama, no tenía fuerza ni para arrastrar el edredón y así guarecerse del frío. Su tamaño sólo le permitía amarrarse a una esquina de la manta y tirar, hasta adecentar el lecho que le iba a permitir escapar de la prisión de verbal realidad; aquella en la que se había visto sumida tras lo sucedido.


No habiendo pasado ninguna hora sin pensar en aquello, y en cómo éso era capaz de decapitar vidas y corazones, amaneció una mañana. Ella se introdujo bajo el agua, dejando que la paz penetrase por los poros de su piel, y deslizar aquello que atormenta por las noches, hasta desaparecer por el agujero negro del desagüe.


Cuando se dio de bruces con la realidad que más de una y un millón de veces la había atribulado, notó que una de sus rosas había alcanzado el cielo, desigual a la otra flor. Después de los minutos empleados durante los últimos días en la consideración de la trascendencia de los actos de tal monstruosidad, sintió sobre su piel, aunque desatinadamente, la herida abierta por la bestia.


Elucubrar era inevitable para Ella en ese momento. Estaba segura de estar actuando de una manera egoísta y exagerada, mas aun creyéndolo ilógico, no podía zafar ese pensamiento. "¿ Y si...?" - pensaba. Corrió a informarse y con la boca aún más minúscula, volvió a formularse la misma pregunta.


Rieles para encauzar sus cavilaciones. Éso, junto con tiempo y exámenes a los pétalos de su flor, era lo único que podría poner sobre su rasguño, que aun pudiendo ser imaginario, necesitaba de algo que apaciguase la supuración emocional.

domingo, 11 de enero de 2009

Situación instantánea - Situación inducida

El sudor que emanó de su piel mientras cargaba costosamente el primer ladrillo de su pared de estabilidad, hizo que Ella guardase el corazón en una caja de madera.


Tras los largos períodos vividos en los que el cansancio se anclaba en su reloj mientras lo buscaba, no estaba dispuesta a volver a tener que esperar a que la Luna le trajese un nuevo órgano hecho de polvo de estrellas, estando Ella hecha polvo.

Ahora yace en el más septentrional extremo de la cama, cubierta por los recuerdos que lucha por coleccionar y con la nueva situación levitando justo en frente suyo. Ésta, que desde hace algún tiempo no hacía más que brillar y brillar, había vendido su fulgor a las etiquetas y se mostraba agresiva. Ella, tapando sus las ventanas de su cara con sus manos impotentes, temía la nueva situación, mientras ésta estiraba sus brazos con el afán de enredarlos en su cuello sin contemplaciones. Después de estrujar los párpados, Ella quedó infinitamente anulada.

Dos caminos embarrados. Dos solamente. Uno, y en el que le está permitido caminar con zuecos, es esperar a que la nueva situación recupere su magia y riegue las rosas que lleva consigo. El otro, recto mas sucedido de infinitas ciénagas, cuenta con la ventaja de llevar un mapa. Ella teme este último sendero, pues ya lo vivió y salió desencantada. Sin embargo, sigue protagonizando sus momentos de caída y hundimiento, impulsándola levemente a precipitarse al fondo de las arenas movedizas de los verbos querer y tener.

jueves, 8 de enero de 2009

Después de cuatro besos bien dichos se dieron cuenta de que el mar había salido de las caracolas, para oírse dentro de sus bocas.

miércoles, 7 de enero de 2009

Rellenando su bidón


Se retuercen sus arterias sólo de pensarle. Insuficiente es el aire que a bocanadas trata de hacer preso para sobrevivir. Él está ahí, robándole vida y sentimiento; besos que tarde o temprano se anclarán en un metro cuadrado, y como equilibristas, harán una torre infinita y roja.

Veinticuatro horas: una eternidad. Trescientas sesenta y cinco eternidades al año. Una eternidad de años por delante. Ella se encargó de atrapar el azúcar que caía de la sombra de Él, hasta el punto de llegar a poder endulzar los infinitos tragos amargos que puedan sucederse por el camino, y está feliz. La llenazón vuelve a casa después de mucho tiempo vagando por las calles inciertas del extrarradio de su pequeña inmensidad interior.

Ella tensa sus labios y muestra al mundo sus dientes irregulares sin complejo. Es la estampa sincera que nunca había osado a asomarse pisando tan fuerte como esta vez, por ese huequecillo que existe en cada uno de los corazones bombeantes del universo. Pero es Él que, supetidado a su enorme alma, yace junto a Ella, pellizcando con edulcorantes sus profusos mofletes hacia las estrellas.

Y cuando ya ha vivido y sonreído durante veintitrés horas y cincuenta y nueve minutos, Ella y las bagatelas que la conforman se deslizan sin pausa hacia las otras 24, que esperan pacientes a quien que les dé forma. Así, cada día es una obra de arte, realizada para recordar aquella que fue el día anterior.

Ella y Él siguen de la mano. Saltando sobre corcheas y letras sin miedo al vacío, y con un único destino: el infinito.

martes, 6 de enero de 2009

La maravilla, tan leve como innata,
Al relente de la noche quiso embelesar
Haciendo de las estrellas un mismo mar,
Y del mar lo que en mí se desata
Al inyectar tus ojos en los míos.

Estrellas que regalan su tiempo al Infinito