domingo, 27 de septiembre de 2009

Todavía no ha encontrado el cubo de los lápices y los bolis. Ni siquiera queda el rastro permanente de algún Edding a punto de secarse, o de algún rotulador de color que hubiese quedado vivo tras haberse restregado felizmente sobre papeles algunos meses atrás.
La arena del desierto se parece a su cabeza, y Ella es como un cáctus que, a veces, es más espejismo que cáctus en sí. Un objeto verde con pinchos, en ocasiones pincha y otras resulta ser abierto en canal por Black&Deckers' que, inexplicablemente, habitan entre las dunas. Así es la vida desértica.

2 Comments:

Anónimo said...
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Óscar Sejas said...

Pero a veces en las vidas desérticas aparecen oasis que no son espejismos.

¿Sabes? no hay mejor sensación que encontrar un oasis de agua helada en mitad del desierto.

Hay que saber disfrutarlo...

Un abrazo.

Estrellas que regalan su tiempo al Infinito